Cómo ahorrar gas en casa y reducir tu factura

23 jun 2025
Reduce tu consumo de gas en casa con consejos prácticos. Aprende qué aparatos consumen más y cómo optimizar el uso de radiadores.
Cómo ahorrar gas en casa y reducir tu factura
El gasto en gas es una de las partidas energéticas más importantes en muchos hogares, especialmente durante los meses fríos. Ya sea para calentar la casa, disponer de agua caliente o cocinar, el gas natural está presente en múltiples aspectos de nuestro día a día. Sin embargo, su uso constante puede suponer una factura elevada si no se gestiona de forma eficiente.

Ahorrar gas no solo es una manera inteligente de reducir costes en el hogar, sino también una forma de contribuir a un modelo energético más sostenible. Con pequeños gestos, cambios de hábitos y mejoras tecnológicas, es posible conseguir un ahorro significativo sin renunciar al confort. En este artículo te explicamos por qué es importante ahorrar gas, qué aparatos consumen más y cómo puedes optimizar su uso para notar la diferencia en tu próxima factura. Además, exploraremos el papel de la tecnología y la eficiencia energética como aliados clave en este objetivo.

¿Por qué es importante ahorrar gas?

El ahorro de gas tiene implicaciones tanto económicas como medioambientales. Desde el punto de vista del bolsillo, reducir el consumo se traduce en facturas más bajas, algo especialmente relevante en épocas de alta demanda como el invierno. Además, al usar el gas de manera eficiente, se minimizan los desperdicios y se alarga la vida útil de los equipos.

A nivel ambiental, el gas natural, aunque más limpio que otros combustibles fósiles, sigue emitiendo CO₂ durante su combustión. Menos consumo significa menos emisiones y, por tanto, una menor huella ecológica. Además, aunque el gas natural en España cuenta con una red de infraestructuras consolidada y eficiente, sigue siendo una fuente energética limitada y sujeta a fluctuaciones internacionales de precios y disponibilidad.

Por eso, adoptar medidas de ahorro energético no solo es una forma de mejorar tu economía doméstica, sino también de sumarte a un modelo de consumo más responsable y sostenible.

¿Qué consume más gas en una casa?

No todos los aparatos o usos del gas natural en el hogar tienen el mismo impacto en la factura. Algunos sistemas requieren una gran cantidad de energía para funcionar correctamente, mientras que otros tienen un uso más esporádico o limitado. Entender qué elementos consumen más gas es esencial para saber dónde enfocar los esfuerzos de optimización y conseguir un ahorro real.

Calefacción: el principal gasto

La calefacción es, sin lugar a dudas, el mayor consumidor de gas en la mayoría de los hogares españoles. Se estima que puede representar entre el 40% y el 60% del consumo total, e incluso más en viviendas ubicadas en zonas frías o durante olas de frío prolongadas.

Los sistemas más habituales en España incluyen:

  • Calderas de gas individuales que calientan agua para radiadores o suelo radiante.
  • Calderas comunitarias en edificios o bloques de vecinos, que abastecen a varias viviendas desde una única instalación centralizada.
  • Estufas de gas o emisores térmicos, menos comunes, pero aún presentes en algunos hogares.

El consumo dependerá de varios factores, como la temperatura exterior, el tamaño y aislamiento de la vivienda, la antigüedad del sistema y los hábitos de uso. En general, cuanto más antigua o poco eficiente sea la caldera, mayor será el consumo. Y si además el aislamiento térmico es deficiente, la pérdida de calor hará que el sistema tenga que trabajar el doble para mantener una temperatura agradable.

Por eso, optimizar el uso de la calefacción es uno de los aspectos clave para ahorrar gas, y también uno de los más rentables a medio plazo.

Agua caliente sanitaria —ACS—

El segundo gran gasto de gas en casa viene del agua caliente sanitaria —ACS—, es decir, la que usamos para:

  • Ducharnos o bañarnos.
  • Lavarnos las manos, la cara o los dientes.
  • Fregar los platos a mano.
  • Usar lavavajillas o lavadoras conectadas a la toma de agua caliente.

En este caso, el consumo representa aproximadamente entre el 20% y el 30% del total del gas, dependiendo del número de personas que vivan en la casa y sus rutinas diarias. Por ejemplo, en hogares con niños o varias duchas al día, este porcentaje puede subir considerablemente.

También influye el tipo de caldera instalada —convencional o de condensación—, la temperatura a la que se calienta el agua y la distancia entre la caldera y los grifos, ya que un recorrido largo provoca más pérdida de calor.

Pequeños cambios como reducir el tiempo de ducha, instalar aireadores en los grifos o bajar unos grados la temperatura del agua pueden tener un impacto notable en el ahorro de gas, sin afectar al confort.

Cocina y otros aparatos

El uso del gas en la cocina representa un consumo mucho menor, pero no por ello debe pasarse por alto. Cocinar con gas natural, ya sea con fuegos tradicionales, encimeras o hornos de gas, puede suponer entre un 5% y un 10% del consumo total en una vivienda donde se cocina a diario.

Es cierto que el tiempo de uso y la cantidad de gas consumida son relativamente bajos en comparación con la calefacción, pero hay varios factores que pueden influir:

  • El tamaño de los fuegos.
  • La duración y frecuencia de las comidas preparadas.
  • Si se usan recipientes adecuados —una olla pequeña en un fuego grande desperdicia energía—.
  • Si se cocina con tapa —retiene el calor y acelera la cocción—.

Además, aunque menos comunes, existen otros aparatos que también pueden estar conectados a la red de gas, como secadoras de gas, calentadores de piscinas o incluso barbacoas de gas en jardines o terrazas.

Aunque su consumo suele ser puntual o estacional, conviene tenerlos en cuenta si están presentes en la vivienda, ya que pueden contribuir al aumento de la factura, especialmente si se utilizan durante largos periodos o sin control del gasto.

cocina y otros aparatos

¿Cómo reducir el consumo de gas en casa?

Ahorrar gas no significa pasar frío ni ducharse con agua templada. Se trata de usarlo de forma más inteligente y eficiente. Estas son algunas de las medidas más efectivas:

Ajusta el termostato y aprovecha el calor natural

Una de las formas más simples y efectivas de reducir el consumo es bajar el termostato. Cada grado menos puede suponer un ahorro de hasta un 7% en la factura. La temperatura ideal en invierno para un buen confort térmico es de entre 19 y 21 °C durante el día, y unos 17 °C por la noche. Además, aprovecha el calor natural: abre las cortinas durante el día para que entre el sol y ciérralas por la noche para conservar el calor. Pequeños gestos como estos pueden marcar la diferencia.

Mantenimiento de calderas y radiadores

Un sistema de calefacción en buen estado consume menos y calienta mejor. Realizar revisiones periódicas a la caldera —al menos una vez al año— y purgar los radiadores antes del invierno permite mejorar el rendimiento del sistema y reducir el consumo. También es importante asegurarse de que no hay fugas en las conexiones y que los radiadores están bien distribuidos y no obstruidos por muebles o cortinas.

Mejora el aislamiento de ventanas y puertas

Muchas veces, el calor que se genera dentro de casa se escapa por rendijas o cerramientos deficientes. Invertir en un buen aislamiento puede suponer un ahorro energético de hasta el 30%. Si no puedes cambiar las ventanas, existen soluciones económicas como burletes adhesivos, cortinas térmicas o alfombras que ayudan a mantener la temperatura interior.

¿Cerrar radiadores ayuda a ahorrar gas?

Es una duda muy habitual. En principio, cerrar algunos radiadores puede ayudar a reducir el consumo, pero no siempre. Si la instalación es antigua o no está bien equilibrada, cerrar radiadores puede hacer que la caldera trabaje más para alcanzar la temperatura deseada, lo que puede incluso aumentar el consumo.

La clave está en regular la calefacción por zonas: usar válvulas termostáticas para ajustar la temperatura en cada habitación y evitar calentar estancias que no se usan. También es recomendable cerrar las puertas de las habitaciones que no se quieren calentar, para evitar pérdidas de calor. En sistemas más modernos, el uso de cronotermostatos programables o incluso domótica permite un control mucho más preciso y eficiente.

Hábitos de uso eficiente

Además de las medidas técnicas, adoptar buenos hábitos de consumo es clave para mantener el uso del gas bajo control sin perder confort en el hogar. Pequeños gestos diarios pueden suponer un gran ahorro a largo plazo, y lo mejor es que muchos de ellos no requieren inversión ni cambios importantes en la instalación. Solo conciencia y constancia.

Aquí te dejamos una lista más amplia de consejos prácticos y fáciles de aplicar para reducir tu consumo de gas:

  • Duchas cortas: cada minuto menos de ducha caliente supone ahorro de agua y gas. Pasar de una ducha de 10 minutos a una de 5 puede reducir hasta un 50% el consumo en ese momento. Si además instalas un cabezal de bajo consumo, el efecto se multiplica.
  • Tapar ollas al cocinar: algo tan simple como poner una tapa mientras cocinas permite conservar el calor dentro del recipiente y acelera la cocción. Esto no solo reduce el tiempo, sino también el gas necesario para mantener la ebullición.
  • No ventilar en exceso: abrir las ventanas durante 5 a 10 minutos al día es suficiente para renovar el aire de una habitación. Si dejas las ventanas abiertas más tiempo del necesario, perderás todo el calor acumulado y la calefacción tendrá que volver a trabajar desde cero.
  • Apagar la calefacción al salir de casa: si vas a estar fuera varias horas, apaga la calefacción por completo o programa el termostato para que se encienda poco antes de tu regreso. No tiene sentido calentar una vivienda vacía.
  • Cierra puertas de habitaciones que no usas: si solo estás en una estancia de la casa, no es necesario calentar todo el hogar. Mantén las puertas cerradas para que el calor no se disperse y se concentre donde lo necesitas.
  • Usa alfombras y cortinas térmicas: los suelos fríos y las ventanas mal aisladas pueden hacer que la sensación térmica baje, aunque el termostato diga lo contrario. Las alfombras ayudan a mantener la temperatura del suelo, y las cortinas gruesas evitan pérdidas por los cristales.
  • Baja las persianas por la noche y sube durante el día: por la noche, bajarlas ayuda a conservar el calor acumulado, y durante el día, abrirlas permite que entre la luz solar, calentando naturalmente el interior de la vivienda.
  • Programa el encendido y apagado de la calefacción: usar un temporizador o cronotermostato te permitirá adaptar la calefacción a tu rutina, evitando que funcione cuando no la necesitas. Incluso puedes programar una temperatura más baja por la noche y que suba un poco antes de que te levantes.
  • No obstruyas radiadores: evita cubrirlos con muebles, cortinas o ropa para secar. Esto dificulta la circulación del calor y obliga al sistema a trabajar más para alcanzar la temperatura deseada.
  • Calienta solo lo que necesitas en la cocina: si vas a hervir agua para una taza de té, no llenes toda la olla. Cuanto más volumen de agua uses, más tiempo y gas necesitas para calentarla. Lo mismo ocurre con el horno: si puedes, cocina varios platos a la vez para aprovechar el calor residual.
  • Usa electrodomésticos que no requieran gas cuando sea posible: en viviendas mixtas —con electricidad y gas—, considera usar el microondas o la olla eléctrica para calentar comida rápidamente, ya que son más eficientes en ciertas tareas puntuales.
  • Revisa la presión del gas de tu caldera: muchas veces, tener una presión incorrecta en el circuito de calefacción puede hacer que el sistema funcione de forma ineficiente. Una presión entre 1 y 1,5 bares es lo habitual en la mayoría de calderas domésticas. Consulta el manual o pide asesoramiento si tienes dudas.
  • Acostúmbrate a revisar tu consumo: muchas calderas modernas y contadores permiten ver el consumo en tiempo real o consultar el histórico. Si lo haces regularmente, puedes detectar patrones de consumo altos y corregirlos.

Adoptar estos hábitos no solo te ayudará a ahorrar gas y dinero, sino que también contribuye a una gestión más responsable de la energía. Cada pequeño gesto cuenta y, sumados, pueden marcar una gran diferencia.

Tecnología y domótica para el ahorro energético

La tecnología no solo ha transformado la forma en la que nos comunicamos o trabajamos, también puede ser una gran aliada para reducir el consumo de gas en casa. En los últimos años, la domótica aplicada a la climatización ha dado pasos de gigante, permitiendo una gestión mucho más eficiente del confort térmico sin necesidad de grandes obras o conocimientos técnicos.

tecnologia y domotica para el ahorro energetico

Aquí te presentamos una lista más completa de herramientas tecnológicas que te ayudarán a ahorrar gas de forma inteligente:

  • Termostatos inteligentes: permiten programar horarios, controlar la temperatura desde el móvil y adaptarse a tus rutinas diarias. Algunos incluso aprenden tus hábitos automáticamente y ajustan la temperatura sin que tengas que intervenir. Son ideales para evitar el uso innecesario de calefacción cuando no estás en casa o mientras duermes.
  • Válvulas termostáticas digitales: se instalan en los radiadores y permiten ajustar de forma precisa la temperatura de cada habitación. Así puedes calentar solo las estancias que utilizas, manteniendo otras a una temperatura más baja. Esto mejora la eficiencia y evita el sobrecalentamiento de espacios vacíos.
  • Sistemas de zonificación: dividen la instalación de calefacción por zonas o plantas, lo que te permite activar solo la parte de la casa que estás utilizando. Por ejemplo, calentar solo el salón por la tarde o los dormitorios por la noche. Esta segmentación optimiza el uso del gas y puede generar un ahorro considerable.
  • Apps móviles de control: muchas calderas modernas y dispositivos inteligentes permiten conectarse con tu móvil para monitorizar el consumo, ajustar la temperatura o encender y apagar la calefacción aunque no estés en casa. Esto es especialmente útil si tienes horarios irregulares o si sales y entras con frecuencia.
  • Estaciones meteorológicas domésticas: estos dispositivos se sincronizan con tu sistema de calefacción y tienen en cuenta la temperatura exterior para optimizar el funcionamiento de la caldera. Por ejemplo, si hace sol y sube la temperatura natural de la casa, reducen la potencia del sistema para evitar sobrecalentamientos.
  • Asistentes virtuales —Alexa, Google Home, etc.—: conectados a los sistemas de climatización, permiten controlar la calefacción con la voz. Además, puedes integrarlos en rutinas diarias como "modo noche" o "salgo de casa", donde se baja la temperatura automáticamente sin que tengas que pensar en ello.
  • Integración con persianas y cortinas inteligentes: estas soluciones permiten subir o bajar persianas según la hora del día o la temperatura exterior. Suben las persianas cuando hace sol para calentar la casa de forma natural y las bajan por la noche para mantener el calor acumulado.
  • Monitorización en tiempo real del consumo: existen dispositivos específicos que te muestran el consumo de gas en tiempo real o incluso te alertan si detectan picos anómalos. Este tipo de información es clave para identificar fugas, malos hábitos o un uso ineficiente del sistema.
  • Plataformas de análisis energético: algunos servicios profesionales permiten visualizar de forma clara los patrones de consumo y detectar oportunidades de mejora. Con gráficos, informes comparativos y recomendaciones personalizadas, es mucho más fácil tomar decisiones informadas.

¿La tecnología cuesta o te hace ahorrar?

Aunque muchas de estas soluciones implican una inversión inicial, lo cierto es que se amortizan en muy poco tiempo. Un termostato inteligente o un sistema de zonificación puede ayudarte a reducir el consumo de gas hasta un 25%, lo que se traduce en una bajada inmediata de la factura. Además, el confort aumenta porque la temperatura se adapta mejor a tu día a día y a las condiciones reales del entorno. En definitiva, la tecnología ya no es solo cosa del futuro. Hoy, con herramientas accesibles y fáciles de instalar, cualquier hogar puede volverse más eficiente, sostenible y económico.

Ahorro de gas, ahorro en tu factura

Cada vez que bajas un grado el termostato, sellas una ventana o mejoras tus hábitos de consumo, estás dando un paso hacia un hogar más eficiente y hacia una factura más baja. Ahorrar gas es posible y no requiere grandes inversiones: basta con entender cómo funciona el consumo y aplicar medidas inteligentes.

En ElectryConsulting, te ayudamos a analizar tu consumo energético y encontrar las mejores soluciones para ahorrar gas, electricidad o ambos. Ya sea a través de una mejor tarifa, mejoras en la eficiencia o el asesoramiento sobre nuevas tecnologías, nuestro equipo de expertos está aquí para ayudarte a optimizar tu energía sin complicaciones. ¿Estás listo para reducir tu factura y empezar a ahorrar sin renunciar al confort?